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Escape: Una Diosa En Grecia

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Mensaje  Admin Mar Jun 16, 2009 7:44 pm

Mery Streep: una diosa en Grecia

Es la mayor actriz de nuestra era. Meryl Streep reúne los ideales de la intérprete soñada, capaz de emocionarnos con cada una de sus actuaciones. A propósito de su nueva cinta, el musical “Mamma Mia!” conversó con nosotros en Atenas.


A sus 59 años es considerada la gran actriz de la pantalla. Pero Meryl Streep prefiere no tomarlo en serio y proyectar una imagen más terrenal. Amable, directa, incluso confiable. Sonríe con espontaneidad, dejando ver el paso del tiempo en su rostro. Allí está, una mujer de carne y hueso, ajena a las obsesiones de eterna juventud. Cuando sonríe vemos a un ser humano. Lo que acentúa su belleza.
La jornada ha comenzado muy temprano. A las 8 de la mañana nos recogió un ómnibus en Atenas y tras un recorrido de una hora llegamos a un ‘resort’ en la playa. El mar griego ha inspirado una amplia colección de relatos y sus autores no han escatimado en elogios. La verdad es que todo lo dicho es cierto. Y si a ello le sumamos que estamos aquí para entrevistar por primera vez a Meryl Streep, entonces la anécdota adquiere otras connotaciones.
Mientras tomamos turnos en nuestras respectivas entrevistas van llegando las celebridades que forman parte de “Mamma Mia!”, el filme que nos ha traído hasta aquí. Actores como Colin Firth y Pierce Brosnan. La directora Phyllida Lloyd. Y también Benny Andersson y Björn Ulvaeus, principales artífices del musical y creadores de Abba. Así va pasando la mañana en medio de mesas redondas, entrevistas unipersonales y mucho café.
Pierce Brosnan nos está hablando cuando algo sucede. De pronto todo el mundo gira para ver a la recién llegada. Allí está Meryl Streep. Radiante. Capaz de iluminar aún más la terraza sobre el increíble paisaje. Pasa junto a nosotros y mirando a Brosnan nos dice con tono confidencial: “No le crean nada, es un mentiroso. Mentiroso, mentiroso”. Guiña un ojo y desaparece.
Después del almuerzo llega el gran momento. No es posible tener a Meryl Streep frente a uno y no pensar en tantas películas vistas a lo largo de los años. Una mujer de la talla de las grandes actrices del pasado. Sin duda pertenece a ese Olimpo. ¿Qué piensa cuando la comparan con Bette Davis o Katharine Hepburn? “¿Soy una de ellas?”, me dice adoptando una pose de mujer fatal. Nos reímos y vuelve a la compostura. “No soy así”, dice como si no quisiera decepcionarnos. “Claro que es un maravilloso cumplido. Pero soy diferente”.

¿Le molestan esas comparaciones?
Me confunden. Las veo como íconos del pasado y no me siento así. Me siento muy en el presente y tan viva en este momento. Siento que soy afortunada. ¿Sabes? Por alguna rara razón este negocio es muy cruel con las mujeres. Una mujer pierde oportunidad de conseguir papeles a medida que pasan los años. Siento que tengo mucha suerte pero no me siento como Bette Davis. Ella tuvo que publicar un aviso en el periódico buscando trabajo: “Actriz mayor de 50 años interesada en trabajar”. ¡Estaba desempleada a los 50 años! Yo no tuve que hacer eso.

ESTRELLA MUSICAL
La primera vocación de Meryl Streep fue la música. Estaba dispuesta a convertirse en cantante de ópera y dedicó todos sus esfuerzos a ello. Fue durante sus cursos en Vassar cuando descubrió que lo suyo era la actuación. Así cambió su destino y perfeccionó sus estudios en la Escuela de Actuación de Yale. Sin embargo, siempre estuvo dispuesta a protagonizar un musical. En los años 80 parecía que interpretaría a Eva Perón en “Evita”, proyecto que no se concretó hasta 1996 y con Madonna en el papel estelar.
Mientras tanto, Meryl iba construyendo una carrera inimitable. Convertida en la gran actriz que es, un día recibió la oferta de encabezar el reparto de “Mamma Mia!”. Se trataba de la adaptación para el cine del éxito teatral que recopilaba canciones del grupo musical Abba alrededor de la historia de una madre soltera que debe enfrentar su pasado. “Estoy emocionada por todo esto”, dice. “Y también muy sorprendida de que me hayan llamado para esta película. Nunca imaginé que me pidieran hacer algo parecido. Todo ha sido tan diferente, desde el guion hasta el escenario en el que hemos rodado la película. Esta experiencia ha sido totalmente diferente. ¿Y sabes por qué? Porque ha sido divertida”.

¿Realmente se sorprendió?
¡Estaba en shock! No lo podía creer. Se lo dije a mi agente: “¿En serio quieren que participe en esta película?”. Pero funcionó. ¿Y sabes qué fue lo más inexplicable? Pues Judy Craymer [la productora] fue a Nueva York el verano previo al rodaje y me vio en “Madre Coraje”, de Bertolt Brecht. Y dijo: “Es perfecta para el papel de Donna”. Se trataba de una producción de tres horas y media en Central Park. Un drama sobre la guerra, con una protagonista muy enérgica. Tal vez es eso lo que ella vio, esa energía. Porque se trata de algo totalmente diferente. Después de eso me dio una llamada y me preguntó si quería hacer esta película.

Es un papel muy físico.
No tenía planificado hacer nada parecido. Un papel en constante movimiento. Saltando todo el tiempo. Cuando estaba en el colegio era animadora en los partidos de fútbol, de repente eso sirvió como entrenamiento para los saltos que doy en la película.

“Madre Coraje” es uno de sus pocos trabajos en teatro en los últimos tiempos. ¿Por qué se mantiene alejada de los escenarios?
Porque tengo todavía una hija en casa. Bueno, en realidad están todos pero están fuera todo el tiempo. Ni los veo. [Louisa] tiene 17 años y quiero estar cerca en su último año en el colegio. El teatro te exige trabajar todas las noches fuera de tu casa. Y no quería estar lejos de mis hijos. Hice “La gaviota” (2001) y “Madre Coraje” (2006) en el verano porque se trataba de dos producciones en Central Park, gratis para el público. Sin duda volveré. En un año más.

ACTRIZ
Llamó la atención desde sus primeros papeles. Primero, para el público peruano, como la trágica Inga Weiss en la teleserie “Holocausto” (1978). Luego gracias a películas como “El francotirador” (1978) y, claro, “Kramer vs. Kramer” (1979). Desde entonces ya percibíamos a una perfeccionista, capaz de trascender su propia personalidad en beneficio de la creación del personaje. “Siempre hay algo nuevo en sus interpretaciones”, dijo Al Pacino hace algún tiempo. Y es verdad.
“Ser actriz implica muchas cosas”, dice Meryl sin perder la sonrisa. “Es parte terapia, parte expresión, parte gimnasia Un poco de todo. Tengo mucha energía dentro de mí y necesito ponerla en algún sitio. Tal vez esa es la razón por la que soy actriz”. ¿Allí radica la clave para haber creado personajes tan acabados como Sophie Zawistowski (“La decisión de Sophie”, 1982), Karen Silkwood (“Silkwood”, 1983) o Francesca Johnson (“Los puentes de Madison”, 1995)? Basta recordarla como Karen Blixen, exiliada en África y refugiada en los cuentos que se anima a narrar (“África mía”, 1985); o como Clarissa Vaughann, impotente testigo del suicidio de su mejor amigo (“Las horas”, 2002); e incluso como la exigente e insoportable editora Miranda Priestley (“El diablo viste a la moda”, 2006). Siempre es convincente.

¿Cuál es su secreto para parecer una mujer diferente en cada papel?
No lo sé. Tal vez un nuevo color de pelo. Imaginación. Creo que nadie ha escrito un libro sobre actuación realmente y deberían hacerlo. ¿Por qué todos tenemos que preocuparnos acerca de la actuación? De repente es un arte pasajero. Es como vestir una vitrina sabiendo que se de-saparecerá en algún momento. ¿A dónde se va la actuación?... ¡Oh, oh! Me estoy poniendo filosófica. Es una forma de arte que te conecta de alguna manera. Chéjov escribió sobre una actriz muy egoísta en el siglo XIX. Yo la interpreté y sentado en la audiencia estaba mi esposo, que no es ni remotamente un actor, y él sintió el egoísmo de esa mujer. La actuación de la mujer es diferente a la del hombre. Por siglos la mujer ha podido interpretarse a sí misma utilizando su imaginación. El hombre tiene otros problemas a la hora de interpretar su propia sensibilidad… Pero volvamos a “Mamma Mia!”. Los hombres que reaccionen positivamente a este filme vivirán las experiencias de Donna. Lo que será todo un logro.

¿Realmente se identificó con Donna?
Sí, durante unos meses.

¿Tienen cosas en común?
Te diré algo: son pocas. Las dos tenemos dinero y seguimos haciendo de gasfitero en nuestras casas. Todavía sigo a cargo de los baños. Es sorprendente. No importa cuantos premios o nominaciones haya recibido.

Al Pacino dice que nunca se pierde una de sus películas porque siempre hay algo nuevo en ellas.
¿Al Pacino ha dicho eso?

Sí, en un libro de entrevistas de Lawrence Gobrel.
Eso me hace sentir bien. Al y yo hemos sido amigos durante muchos años. Desde 1967. Cuando íbamos a la escuela de actuación. Nos conocimos inmediatamente. Es un viejo amigo mío. Solo hemos actuado una vez juntos, en la teleserie “Ángeles en América” (2003). Me siento culpable porque no puedo ver todas las películas de mis amigos. Y cada vez que nos vemos les digo lo mismo: “¡Dios mío, te adoro! No te he visto en tu última película pero voy a verla pronto”. Pero es que no tengo tiempo para ver todo. A veces haces amigos que duran para toda la vida. Otras veces conoces a alguien en una película y la amistad dura el tiempo del rodaje.

¿Cuál es su siguiente paso como actriz?
Acabo de terminar el rodaje “Doubt”, basado en la obra de John Patrick Shanley.

¿En el papel que interpretó Cherry Jones en Broadway?
¡Exacto! Soy la madre superiora de un convento que enfrenta a un sacerdote, Philip Seymour Hoffman, sospechoso de ciertos actos oscuros. Es un gran filme. Estoy muy orgullosa de haberlo hecho. Luego haré un filme sobre Julia Child.

MADRE
En los últimos años Meryl Streep ha tenido que enfrentar un reto. Su hija mayor, Mary Willa, ha decidido ser actriz. Y con el nombre de Mamie Gummer ya hizo su debut en el cine y el teatro. Han aparecido juntas en el filme “Evening” (2007). “Interpreto su personaje pero como una mujer mayor. Mamie tiene el papel más importante. En realidad ella me consiguió el trabajo porque fue elegida primero para la película”. Hay cierta semejanza entre Mamie y su madre. “¿Realmente? Ella estaría horrorizada de escuchar eso”, comenta Meryl provocando risas.

¿Cómo ha podido ser madre y actriz durante tanto tiempo?
No sé qué tan bien lo haya hecho. Pero es un proceso. Ha funcionado pero hemos hecho muchos sacrificios de uno y otro lado. Siempre hay alguien que se siente infeliz en algún grado. Pero así son todas las familias. Mi familia es algo que me importa mucho. Pero no podría imaginar mi vida sin mi carrera.

¿Usted le da consejos a su hija? ¿Habla con ella sobre actuación.
Nunca he parado de hablar. Y ella nunca escucha. Pero es muy buena en lo suyo. Hace lo que ama y trabaja duro para obtener lo que se propone.

MERYL & LA ACADEMIA
Catorce nominaciones y dos premios —el mayor récord de un actor— no forman parte de su identidad. “Es algo que la gente me lo recuerda solo en momentos como este”, dice con franqueza. “Trato de no pensar en ello. Nunca. Solo en entrevistas. Es verdad. Cuando estoy trabajando en una película eso no me hace sentir ni joven, ni bonita, ni especial. Es algo que no lo siento en mi cuerpo. Es algo exterior a uno. Un premio no significa que seas mejor. Es un dato estadístico sobre ti. No puedo hacer nada con eso. Estoy orgullosa, lo estoy realmente. Pero creo que ya tuve suficientes honores. Han pasado 25 años desde que gané mi último Óscar. Y esa noche forma parte solo de mis recuerdos”.
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